Ella se hizo con el atuendo necesario y con un viejo sombrero de piel y paja. Se embadurnó el rostro y cubrió la mitad con un pañuelo.
Se dirigió al salón, un rato antes de la hora del ardiente trago del mediodía. Afuera, la lluvia torrencial desoló las calles del pueblo.
Ocupó el lugar de Gerald en la barra, fue allí mismo donde la vio a ella, por vez primera...
- ¡Tú, pequeña! ¡Estás en mi sitio! ... Giselle recordaba aquel instante con total claridad.
Esperó, ante decenas de miradas expectantes. Los allí presentes sabían que ese forastero se jugaba la vida.
* * *
Las heridas de la carne desgarrada en su espalda habían cicatrizado. Caminaba desnuda, entre los matorrales, río abajo. Se agarró con fuerza al tronco de un árbol, y allí mismo dio a luz a su hija. El bebé nació muerto.
Lo enterró y clavó una cruz de ramas secas sobre su diminuta tumba. Sus lágrimas atravesaron la tierra, como en su pecho, la necesidad de venganza.
Continuó su huida, hasta llegar a un poblado Sioux. Ellos la acogieron. Allí conoció a quien sería su verdadero amor y padre de sus dos hijos. Ocho años después de su llegada, regresó a su pueblo natal. Tenía un asunto pendiente que zanjar. Fue una breve aparición que los habitantes de Dark Valley recordarían el resto de sus vidas.
Tenía trece años cuando Gerald Johnston Malick la capturó y la ocultó en el granero de su hogar.
Amarrada a un poste. Carne de sus placeres más salvajes. Allí fue violada infinidad de veces, torturada hasta la cruel saciedad. Engendrada. Hasta que una noche logró huir, su basto vientre apagó el deseo de su innombrable captor. Bajó la guardia, solo la visitaba para echarle su diario plato de gachas. Disfrutaba verla comer como a uno de sus escuálidos perros. Al fin pudo desprenderse de la cuerda que la mantenía sujeta y corrió hacia el bosque, más allá del pueblo.
* * *
Giselle rememoraba, sobre la tumba de su hija, lo que le dijo cierto día Johnston Malick, mientras sostenía su revólver y la apuntaba a la cabeza, antes de poseerla una vez más.
- No hay nada que el hombre no pueda hacer si eso que desea cabe en sus manos.
* * *
En sus años de feliz vida con los Sioux, Giselle practicó tiro con su marido. El resto de la tribu no veía con buenos ojos la relación de Halcón Gris con aquella mujer blanca, y mucho menos lo que ocurría en aquellas clases de guerreras enseñanzas. Tan solo él sabía porqué entrenaba a su mujer. El objetivo era que ella fuera más veloz con su arma que el más rápido de todos los pistoleros.
* * *
Quick Death entró en el salón.
- ¡Tú, negro! ¡Estás en mi sitio!
Ese negro parecía estar rabioso, totalmente loco... No se movió de su lugar, sus ojos estaban inyectados en sangre.
La gota gorda golpeaba sobre el sombrero de curtida piel de búfalo del viejo Gerald...
Fin
Es curioso, parece que el concurso del oeste ha sido el pistoletazo de salida para que algunos como nosotros queramos escribir más y más sobre este género. En tu caso, has aprovechado la historia del.. "negro" (aunque ya sabemos quien es) para contar toda la situación que motivó la venganza del otro relato, y que seamos honestos, es una venganza demasiado rápida para lo que merecía el cabroncete jaja. Buen texto Edgar, ya te imagino volviendo con el tiempo a este género :)
ResponderEliminarYo lo que he sentido ha sido la necesidad de redactar sobre los motivos de Giselle por llevar a cabo su ansiada venganza... Pero también es cierto, el gusanillo del Far West me ha picado en esas neuronas llamadas "musas"... jejejeje
Eliminar¡Muchas gracias vaquero J.C! ¡Abrazo!
Violencia en estado puro, primigenia, animal. Tiene Giselle todos los ingredientes de un Kill Bill de Oklahoma. Muy potente, Edgar. A-brazos armados, amigo.
ResponderEliminarKil Bill de Oklahoma.... Jajajaja (me has hecho recordar un gag de muchachada nui tronchante)
Eliminar¡Muchas gracias, Fernando!
¡A-brazos, Compadre!
Me ha gustado mucho conocer la histroia de Giselle. El relato tal cual lo presentaste al concurso ya era muy bueno, pero ahondar un poco más en la psicología y las motivaciones que originaron la venganza de la protagonista, lo dotan de raices y nos hace empatizar. Bravo por esta estupenda e interesante precuela!!
ResponderEliminarUn abrazo grande, compi!!
Me alegra que te haya gustado conocer la historia de Giselle, Julia. De hecho, con la novela, lo que estoy intentando es ahondar en los personajes, en sus raíces psicológicas, sin por ello aburrir al lector por falta de acción o trama, cosa que me he está resultando bastante difícil, la verdad.
Eliminar¡Muchas gracias y un fuerte abrazo, querida Compañera! ;)
Es bonito conocer la historia para saber realmente los motivos que la llevaron a hacer lo que hizo. Genial.
ResponderEliminarMe ha encantado tu precuela - secuela. Jijiji.
Un abrazo Hermano de Letras.
Sí, sentí esa necesidad, para darle mayor fuerza a la venganza, plasmar los motivos de la protagonista.
EliminarMe alegra que te haya gustado esta precuela-secuela-sanguijuela... jejejeje ;)
¡Muchas gracias, María!
¡Abrazo enorme, Hermana de Letras!
Luchadora y tenaz con su propósito Giselle. La vida da tantos cambios que tuvo la oportunidad de cobrarse los ultrajes a los que fue sometida.
ResponderEliminarClaro el relato en cuanto a la motivación de aprender a disparar. Tiempos en los que los hombres saldaban sus cuentas a base de revólver.
Me gustó mucho leer tu relato Edgar.
Un abrazo.
Tal que así es Giselle. Como reza la frase de Gerald, el tema es que lo que está en nuestras manos, dentro de nuestras posibilidades, pues eso, que es fácil conseguirlo si uno se lo propone...
Eliminar¡Muchas gracias, Mila, por tu lectura y lúcido comentario!
¡Abrazo, Compañera! ;)
Una secuela intensa, emocionante. Nos guías con pulso firme a través del duro pasado de Giselle, en el que nos narras el porqué de su venganza. Así pues descubrimos lo que Gerald le hizo, cómo la secuestró y la retuvo atada, violada una y otra vez, como bien dices con una gran frase: ''Carne de sus placeres más salvajes''. Un hombre cruel cuyo lema es una gran frase que fruto de tu ingenio que en ''Quick Death'' mejora con el desprendimiento del machismo que destila cuando Giselle la pronuncia y le añade una frase más. Un relato en el que vemos cómo Giselle llegó a la situación con la que se inicia el otro relato y que acaba con la frase perfecta: la que abre ''Quick Death''.
ResponderEliminarUn relato ameno lleno (a mi parecer) de ingeniosas frases, como habrás deducido en mi comentario.
Un abrazo, Compañero de Palabras.
*Precuela, quería decir, jeje.
EliminarSoberbio análisis del texto qué, como de costumbre, me honra a más no poder.
EliminarTe agradezco enormemente este tipo de comentarios y no puedo hacer más que corresponderte como es debido. Espero que continuemos el uno del otro disfrutando de nuestros textos. Aprendo de la pasión y el detalle con el que narras tus historias y me alegra que tú también tengas en tan alta consideración mis escritos. Gerald te envía un saludo desde el infierno.
¡Abrazo, Compañero de Palabras!