Si Large se encontraba en las fauces de un Trocariano. ¿Existía la más mínima posibilidad de rescatarla? No podía contestar a esa pregunta, pero tampoco me rendiría en mi empeño por traerla de nuevo a su hogar, a salvo de la oscuridad. Se lo debía al señor de las luces, a Roberto, mi abuelo.
Fue un miércoles el día que empecé a trabajar en el almacén, donde mi abuelo había trabajado durante cuarenta y siete años. Lo recuerdo porque aquella noche fui al cine y vi una película que me enamoró, "La Teoría del Todo". Los miércoles era el día que iba al cine, día del espectador.
Aprendí rápido el oficio, aunque habían más de dos mil productos, la mayoría de ellos se repetían constantemente en los pedidos. Preparaba y servía el material. En eso constaba mayormente mi labor. El almacén del hospital tenía seis pasillos, repletos de artículos. Desde pañales para los ancianos de la zona residencial de la primera planta, hasta los artilugios más inhóspitos para las cirugías de quirófano.
Recordaba con muchísimo cariño los cuentos que me contaba mi abuelo, las noches que pasé en su casa. Me dormía con una amplia sonrisa y un brillo especial en los ojos. Me sentía como el gran guerrero Sueronio, luchando contra los Cateterianos, en busca de la vacuna del olvido.
El día que preparé mi pedido número cuarenta y siete, bebí de la fuente de inspiración de Alférez. Me pidieron para urgencias; cateters y sueros, para quirófano; trocars.
Hoy le cuento a mi hijo todas aquellas historias del señor de las luces, como su bisabuelo intentó salvar a su bisabuela de la irremediable evaporación de su memoria.
En la pupila del Trocariano, con la vacuna del olvido en su mano, Sueronio se enfrentó a la nada más absoluta.
Large murió sonriente, con un especial brillo en sus ojos.
fin
Bonito cuento. En busca de la vacuna del olvido. Más de uno querríamos esa vacuna.
ResponderEliminarUn besillo.
Muchas gracias, María.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
¡Besillo!
Bonito intento de conseguir superar la oscuridad y esa evaporación de la memoria.
ResponderEliminarQué rápido se dice y qué difícil es vivir con eso.
Un saludo
Cierto, en muchos casos es difícil vivir con ello, aunque también he experimentado ilusión y alegría con personas que han perdido la memoria, viviendo cada instante como único y placentero.
EliminarMuchas gracias por la lectura y comentario, Conxita.
Saludos.
Muy bonito Edgar! Me ha encantado, es profundo y tiene un trasfondo muy chulo ; )
ResponderEliminarMe alegra que te haya parecido bonito, Ramón.
EliminarHe procurado que tenga una profunfidad y un trasfondo, si te ha parecido chulo, me doy más que por satisfecho.
Muchas gracias, y un abrazo, compañero.
Me ha costado pillarlo, pero una vez que lo he hecho, que he comprendido todo su significado, me ha parecido brillante. Una historia real camuflada en un cuento fantástico, con monstruos que son enfermedades y héroes que son personas de carne y hueso. Preciosa historia la que nos narras. Preciosa metáfora. Preciosa forma de hablar sobre una enfermedad tan horrible. Y muy original.
ResponderEliminarAbrazo, Compañero. A ver si yo también regreso por google+.
Pues nada, me alegra que lo pillaras, y aún más que te haya gustado.
EliminarAhí está la clave, el camuflaje de la realidad, una manera, la de Alférez, de crear cuentos a partir de su rutina, dirigidos a sanar de algún modo a sus seres queridos.
Estoy deseando que regreses y sumergirme de nuevo en tus fascinantes relatos.
¡Muchas gracias, Ricardo!
¡Abrazo, Compañero de Palabras!
Me uno a las palabras de Ricardo. Al principio no entendía y después se hizo la luz. Bellísima manera de luchar contra el olvido, la nada más grande que puede haber. Y qué magnífico eso de que el nieto tome la posta y se convierta en un paladín de los recuerdos al igual que Sueronio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegra que se hiciera la luz y pudieras ver a través de ella.
EliminarMe ha encantado lo de "paladín de los recuerdos".
¡Muchas gracias por la lectura y gran comentario, Mirna!
¡Abrazo grande, Compañera! ;)
Un cuento precioso Edgar, :)
ResponderEliminarSiempre nos regalas humanidad en tus letras.
Oscuridad que se apacigua transformándose en luz gracias a el amor.
Me ha encantado, muchísimo!!!
¡Un fuerte abrazo! ;)
Para precioso tu comentario, compañera.
Eliminar¡Muchas gracias por pasearte por las letras de este Rincón!
¡Abrazo, Irene! ;)