viernes, 15 de mayo de 2015

Fausto

Allí estaba, erguido como un botellín en una terraza de verano, inmóvil y supurando alcohol por la comisura de sus labios morados. La babilla reseca se mezclaba con el vidrioso y rojizo borbotón del vino barato, ese brick inseparable que llevaba como reloj de oro heredado en el bolsillo de su mugriento chaquetón.

En aquella ocasión, la labor de ser oídos sordos, había recaído sobre una farola del parque del Rabal.

- ¡Escucha, tipo esquelético de metálica mirada y frío corazón! ¡Yo soy la voz de la verdad, de la absoluta verdad, la realidad sin parangón! ¡Soy el poeta de las puras letras y hombre de mierda me llaman sin razón!

Una piedra le pegó en el cráneo. Unos aburridos chiquillos restaban sentados en un banco sin nada mejor que hacer.

Se zarandeó con el duro golpe, sin expresar dolor alguno. Mientras la sangre brotaba por la grasienta capa capilar y chorreaba por su frente, Fausto no dio por concluido su enfático monólogo frente a la farola.

- ¿Que es el dolor si no una expresión del cuerpo, una señal de que algo no va bien?

Una señora arrojó una moneda a los pies del mendigo.

Este la alcanzó y la lanzó con todas sus fuerzas hacia donde estaban aparcados aquellos crueles chavales.

- ¡Tomad, insensatos, compraos una porción de ridícula felicidad! ¡Dicen que la venden barata, en la tierra prometida de la Coca-Cola Light!

Agarró el brick, dio un buen trago y caminó. Dos horas, sin detenerse. Hasta llegar a un poste telefónico a las afueras de la ciudad.

- ¡Escucha, tipo alto de rugosa mirada, de madera quebrada y partido corazón! ¡Yo soy la palabra justa y el clamor de los rayos del sol! ¡Soy el titiritero y tu una triste marioneta a mi libre disposición!

Esta vez nadie interrumpió a Fausto.

Cuando dio por finalizado el monólogo, abrazó al poste y se puso a llorar. Las lágrimas se mezclaron con la sangre reseca y la suciedad de su rostro.

Dio un buen trago a su brick de vino barato y continuó su camino.

Tres años después.

Las puertas del colegio se abrieron al son de una linda canción, como siempre, a las nueve en punto.

Los críos corrían cargados con sus mochilas, saludando al viejo conserje.

- ¡Buenos días, Fausto!

Él les contestaba con una amplia sonrisa.

- ¡Buenos días, Fulano, buenos días, Mengano...!

Pocos sabían del pasado de aquel buen hombre. Trabajó en aquella escuela durante veinte años, marchó por un tiempo y más tarde regresó.

Cuando ya habían entrado todos, Fausto cerró las puertas de la entrada y dirigió una brillante mirada a la papelera metálica que había tras él.

- Escucha tipejo... -Le susurró- .




28 comentarios:

  1. Excelente relato. ¿Sabes que me ha recordado tu Fausto a Don Quijote?
    Un saludo compañero Cervantino :-)

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    1. ¡Gracias, Oscar! Si que tiene cierto aire Quijotesco este personaje... ¡Me gusta! Surgió de mi mente en estado febril...
      ¡Un saludo, compañero Cervantino! ;)

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  2. Impresionante, Edgar, da mucho que pensar sobre los vaivenes de la vida y la mente.
    Abrazos :)

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    1. ¡Muchas gracias, Mar! Ese es el tema, podemos llegar a vivir, en una sola vida, muchas de distintas... Según nuestra mente y su estado...
      Abrazos ;)

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    1. ¡Gracias, Alejandro! ¡Un honor viniendo de un maestro de retratos humanos como tu!
      Abrazo, compañero.

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  4. Una vida, nadie sabe que hay detrás de cada vida que nos encontramos por el camino. Genial relato.

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    1. Desde luego, en cada uno de nosotros puede haber cientos de vivencias y rostros que se ocultan tras nuestro "yo" presente.
      ¡Muchas gracias, María, mi mamá escritora favorita! Abrazos, ModeraCompi. ;)

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  5. Me ha encantado el final feliz, porque ya me temía lo peor...

    Supongo que Fausto pensaba que tenía alguna culpa de expiar y decidió bajar a los infiernos una temporada. Me alegro de que volviera, aunque le quedase algún que otro hábito de tiempos pasados, ejem, ejem.

    Genial como siempre, Edgar.

    Un súper abrazo de finde!!

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    1. Pues fíjate que así lo decidí en el último momento, Casi acabo con él de la peor manera, pero al final pensé que ese hombre no estaba a las puertas del infierno o del cielo, si no de un nuevo amanecer en su propia y presente vida.
      Sí, regresó del fondo con alguna secuela, ejem...
      Muchas gracias, Julia.
      ¡Súper abrazo de finde para ti también!

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  6. Gran relato company, divagaciones, espirales, experiencias. Todo un mundo psicológico hay por estos lugares. Abrazo!!

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    1. ¡Muchas gracias, Jordi! Me honra tu lista de los conceptos del texto. ¡Abrazo!

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  7. Muy bueno, Edgar!
    Un final perfecto.
    Me has hecho sonreír varias veces con las frases de este tipejo.
    Abrazo, amigo de las letras.

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    1. Muchas gracias, Federico!
      Ni siquiera a este tipejo le beneficiaría pasarse por tu Fábrica de los Sueños, aún puede sonreir con sinceridad en sus ojos.
      Abrazo, amigo.

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  8. Cada uno se desahoga cuando quiere y con lo que quiere!!! A mí, además me recordó a Diógenes. Fausto no es ambicioso, es justo :) Abrazo Lord!!!

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    1. Desde luego, a demás este buen hombre no dañaba a nadie, solo estaba pasando por un mal momento. De Diógenes solo se que se sobre el síndrome de acumular trastos, ya buscaré algo más sobre él. No lo veo ambicioso yo tampoco, justo, sí.
      Gracias my Lady Lía! ;)

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  9. Nos encontramos con cada Fausto en la calle, gracias por darle a este un buen final. Me gustó mucho. :)

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    1. Sí, hay muchos hombres así, hablándoles a las farolas y dejados de sí mismos. Creo que este se merecía un buen final.
      Muchas gracias, Mendiel.
      Abrazo, compañera. ;)

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  10. Mezcla extraña de sentimientos, me producen tus Letras, Edgar...
    Por un lado, esa genial Locura azuzada por el alcohol que no deja de decir Verdades tan grandes, que duele saber que esos crueles críos poco aprenderán de un Sabio cuya cordura debería ser grandiosa sino tuviese al Amigo Acartonado... Y, por otro, está lleno de dureza, de angustia por esa vida de calle y cartones (eso me lo saco yo de la manga, pero es que me lo he imaginado así u.u) que, sin saber muy bien por qué, se encauza...
    No sé... Me gusta que le hayas dado un buen final... Al menos, la Papelera y los Pupitres cuidarán de Él ;)
    ¡Besitos, Apañero!

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    1. Quien sabe, tal vez sin ese estado de embriaguez, Fausto no mencionaría nada sobre eso que admiras como "Verdades", quizás son arrebatos de algo que oculta, algún dolor que no puede expresar. Quizás algo en él no va bien y se escuda tras el alcohol y sus grandilocuentes divagaciones.
      Sentí que merecía ese buen final, con secuelas, pero en paz consigo mismo.
      ¡Muchas gracias, Campanilla.
      ¡Besitos, Apañera!

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  11. ¿Qué esconde cada persona? ¿Qué has sido de su vida o qué está siendo de ella? Nunca se sabe, creo que nunca se llega a conocer a nadie del todo. Este personaje tuyo a vivido varias vidas en una sola. Me encantó esa repetición y esas magníficas palabras tan bien construidas en el monólogo con la farola y el poste de luz. Nos alegramos por Fausto al final. Un micro brillante.
    Un abrazo, Amigo de Letras.

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    1. Cierto, cada persona tiene sus secretos, sus experiencias pasadas, quizás podríamos vislumbrar ciertos ecos de quien tenemos en frente, pero no es fácil ver a alguien en su totalidad.
      Me alegra que te haya gustado, Ricardo.
      Un Abrazo, Amigo de Letras.

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  12. Suerte que lo has recordado en google+ Edgar, así he podido disfrutarlo.

    Y gracias por el final, pensé lo peor.

    Somos mucho más que la fachada que mostramos, un mundo interior corroído por miedos, carencias y sueños. Con mucha incomprensión en situaciones como las que tocas en este micro, (enfermedad, abandono…), pero sobre todo con necesidad de ayuda social. La oportunidad puede cambiar a una persona y ésta el mundo.

    ¡Precioso mensaje!

    Un fuerte abrazo, compi! :)

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    1. Gracias a ti por entrar al Rincón y leer este micro que, cómo bien dices, representa la cara del abandono y la enfermedad, un auto-abandono y un estado febril que nos hace crecer, enfrentándonos a nosotros mismos y resurgiendo con resilencia hacia un nuevo amanecer más prospero.
      Muchas gracias, Irene.
      ¡Abrazo fuerte, Compi! ;)

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  13. Me han gustado estos monólogos con los que tu protagonista, como en un buen texto de realismo mágico, da vida propia a esos objetos inanimados con los que puede desahogar sus penas, (lo mismo que con el alcohol).
    Otro acierto es el giro final, estableciendo un cambio radical de la situación que se establece gracias al transcurrir del tiempo.
    El mensaje por supuesto me ha encantado: reflejar la crueldad social de esas personas marginadas injustamente, en la mayoría de los casos y por otro lado la esperanza que el paso del tiempo suele facilitar para mejorar ciertas situaciones, aunque no siempre se logra, creo que en esto último se nota mucho más tu parte subjetiva del relato.

    Estimado Edgar, también me ha parecido buena idea que lo rescatases del "fondo del armario" de tu blog y lo hayas compartido nuevamente.

    Un abrazo.

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    1. Muchísimas gracias a ti por venir a este fondo del Rincón a leer, y por tu gran comentario, síntesis perfecta del relato y positiva valoración que me honra.
      ¡Abrazo, Estrella!

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  14. Cierto lo que dices sobre la vida errante de muchas personas, por no disponer de solvencia económica, por enfermedad y abandono.
    A Fausto lo concebí como la etapa de alguien que lucha contra sus demonios, antes de regresar a su vida cotidiana, como conserje de un colegio.
    Muchas gracias por la lectura y comentario, Julio David.
    ¡Saludos, Compañero!

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  15. Es extraño porque no recuerdo haber leído este relato, jeje. Me ha encantado Edgar, no sé como pudo escapar de mi afán lector. Fausto me parece un personaje tronado y poético, tal y como opinaba Oscar, un quijote actual, batallando contra sus propias quimeras en vez de molinos, en la búsqueda de esa luz que vuelva a guiarlo hacia la vida. Me hace sentir que él se siente en un limbo intermedio, vagando y divagando por la calle sin ser nadie, hasta reencontrarse. Lo he disfrutado mucho, un abrazo y felices fiestas! ; )

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