lunes, 20 de febrero de 2017

Secretos "2ª Parte"

 *Relato escrito a dúo con María Campra "Encantadora de Cuentos"
Para leer la primera parte del relato, pincha aquí.

2ª Parte

Esta noche el cielo está llorando, y sus lágrimas, derramadas sobre mi cabeza, despejan cualquier tipo de duda. No puedo creer que su sorpresa fuera real, sigo siendo una gran actriz, una profesional de la identidad. Puedo cambiar de máscara para cualquier tipo de función, pero estaba allí por una razón, y su reacción; o bien fue la mejor interpretación que mis ojos habían visto, o también trató de ocultar su tentativa.

La duda se abre paso como el agua sobre mi cuerpo. Le amo.

Mañana será el día de las respuestas, sé que no faltará a nuestra cita. En seis años pueden haber pasado infinidad de cosas, en mi caso así ha sido, y aunque él haya podido creer que tan solo ha visto una de mis innumerables caracterizaciones, pronto averiguará que al fin ha descubierto mi verdadera identidad.

Fueron muchos secretos, unos compartidos para el resto del mundo, y los más importantes; los que creamos entre nosotros. Creció un gran conflicto en nuestro hogar, el trabajo que nos unió fue un éxito, pero la ficción se tornó realidad, y sin mencionarlo ni una sola vez, ambos sabíamos que nuestro amor fingido dejó de serlo entre aquellas cuatro paredes.

Prisioneros de nuestros sentimientos reprimidos, llevamos a cabo todas nuestras funciones. Durante mucho tiempo fuimos considerados un matrimonio ejemplar. Nuestros vecinos acabaron siendo nuestros mejores amigos. Tantas veladas con las máscaras puestas, compartiendo falsas anécdotas y riendo sobre divertidos recuerdos que jamás tuvieron lugar. Interpretamos nuestros papeles a la perfección, y nuestro objetivo fue localizado y eliminado sin ninguna dificultad.

Recuerdo aquel desgarrador disparo con total claridad, y al igual que entonces, tras el sutil sonido, y el humeante silenciador, pude sentir que la bala atravesó algo más que el cráneo de aquel hombre detestable, también hizo pedazos mi corazón. Una vez cumplimos nuestras órdenes, debíamos abandonar todo contacto.

Sin mediar palabra, cada uno se subió en su taxi, y sin un adiós, marchamos sin mirar atrás. Supongo que ambos pensamos que el tiempo disiparía cualquier tipo de sentimiento que hubiera nacido en aquel lugar. Nada más lejos de la realidad.

Mi último trabajo ha sido gratamente compensado, sólo de este modo uno logra dejar de ser lo que he sido hasta ahora. Cuando realizas un encargo de tal magnitud, recibes dos cosas, tanto dinero que no podrías gastar en dos vidas, y la jubilación anticipada.

Me muero de ganas de decirte todo aquello que no te dije entonces, que mi amor por ti se tornó real. Conocerás mi verdadero yo. Ahora puedo vivir con quién quiera y dónde quiera. Pero antes debo atar algunos cabos sueltos. Ya no se trata de un trabajo, será la primera vez que mi objetivo provenga de una decisión propia. Una última bala, y al fin seré realmente libre.

Jamás debes enamorarte de un compañero de oficio, eso lo sabe todo buen espía, cualquier asesino a sueldo.

Quedó pendiente una verdadera despedida. El adiós que no nos dijimos.

Llueve sobre mi cabeza, y se despejan todas las dudas. No soporto el agua fría, a mí me gusta hirviendo.



¿Continuará?

viernes, 10 de febrero de 2017

Existencial

Observa los ojos de aquel anciano, son bonitos, ¿verdad?. Puedo descubrir la belleza que se ve reflejada en ellos. Dicen que la belleza está en los ojos de quien la observa, de quien puede apreciarla. Son de un color verde y marrón miel, parecidos a los tuyos. Tus ojos son como dos ventanas abiertas que puedo atravesar sin ninguna dificultad. Mi ser puede pasar a través de tus pupilas, cuando se dilatan me invitan a entrar en tu interior.

Me fusiono con lo que eres, y siento lo que tu sientes, profundamente. Experimento una conexión completa.

No recuerdo mi nombre. No sé cuanto tiempo hace que no salgo de este lugar. No sé por que sigo vivo, si es que lo estoy. Ni me alimento ni me aseo. No hago nada, no soy nadie. Tan solo me descubro paseando por los mismos rincones, una y otra vez. Todo está mugriento, trastos viejos, rotos y sucios, por todas partes. Me cuesta caminar entre tanta basura. Me hundo en ella a cada paso que doy. Ya casi ni puedo avanzar.

¿Quién es ese anciano de ojos tan parecidos a los tuyos? ¿Quién eres tú?
No logro rendirme. Mi mente, la cual no sé a quién pertenece, tan solo me dice una cosa; no puedes rendirte. Debes continuar. Se afana por encontrar una luz al final de este mugriento lugar en el que me encuentro.

Abro una puerta y, con dificultad, me abro paso. Mis pies están atrapados por un mar negro, denso y oscuro. El olor es horrible. A duras penas puedo levantar las piernas para caminar entre el fango. Me sumerjo en este baño de lodo. Ahora tampoco puedo respirar, mis pulmones se encharcan de suciedad. Pero no muero, o a caso, ¿ya estoy muerto? No lo sé.

Hay una mujer que me observa desde la lejanía. Esos ojos, me invitan a regresar. Pero no sé quien eres. Estás demasiado lejos para saber que me quieres decir. Veo que mueves los labios, intentas decirme algo, pero tengo los oídos llenos de mugre.

Es asfixiante, pestilente, y todo lo engulle. La mugre está en cada átomo de mi cuerpo, en cada molécula del espacio en el que me hallo. Y tú, reluciente y cristalina, al otro lado del muro de cristal, me sonríes, y yo no comprendo nada.

Daría todo lo que poseo por un recuerdo, por una pista de quién soy, de dónde estoy, de quién eres tú. Pero no poseo nada, más que mi pensamiento confuso.

Mis córneas se cubren de la oscuridad aquí reinante. Ahora tampoco puedo ver. Se han apagado todos mis sentidos. Y dejo de pensar, para empezar a soñar.

No sé cuantas horas he dormido. Sé que he dormido porque acabo de despertar. Sé qué he soñado, pero no sé el qué. Tengo un recuerdo hecho de sensaciones de agitación, el sudor y los nervios a flor de piel. He tenido pesadillas, pero lo que encuentro al despertar creo que es peor, peor que nada. Suciedad.

El día es un paseo por este lugar de paredes negras, arrastrando y hundiendo mis pies. Hasta que no puedo respirar. Hasta que no puedo ver, ni pensar. Hasta que me duermo de nuevo, y vuelvo a despertar. Un día tras otro, no sé cuantos llevo ya. ¿Meses, años? ¿Una vida tras otra? ¿Despierto y duermo? ¿Vivo y muero?

De repente, alguien posa su mano en mi hombro. Eres tú, la mujer de ojos verdes y marrón miel, cómo los de ese anciano. ¡Lo recuerdo!

Puedo oírte hablar.

- Tranquilo, papá.

Rompo a llorar, y las lágrimas limpian nuestro hogar. La mugre desaparece por un instante.

Me acompañas al baño y me plantas frente al espejo.

¿Quién es ese anciano?

Sus ojos son bonitos, ¿verdad?






Fin



sábado, 21 de enero de 2017

El Efecto Murasaki

El tiempo pasaba perdido para Salvador, o al menos así lo percibía él en su profunda tristeza y severo nihilismo. Él tan solo tuvo un sueño, una sola vez. Se sintió completo y realizado cuando, en su tierna infancia, salvó a una compañera de escuela de caer de bruces contra el asfalto, que por aquel entonces cubría las pistas de los parques. Sintió en aquel instante, en el que agarró a la pequeña por la bata, que su nombre cobraba verdadero sentido. Una razón para ser feliz. Su sueño fue ser un héroe, pero no lo consiguió en sus insistentes intentos.

Con el jersey anudado al cuello creando una capa, y las manos aferradas a sus costados en forma de jarra, se alzaba sobre pequeñas alturas, a merced del viento, ondeando orgulloso su espíritu salvador.

Aunque las alturas fueran ínfimas, la caída nunca era proporcional. Las burlas y los golpes de los más gamberros, le hacían bajar de su nube de ensueño a las profundidades de la depresión infantil.

A los catorce años, Salvador dejó la escuela. Su madre murió de un terrible cáncer de hígado. Su padre trabajaba de sol a sol, y nadie se preocupaba por su bienestar. Empezó a trabajar de canguro, pero no se le daban bien los críos, y tuvo más de un rifirrafe con los padres de los niños que debía cuidar. A los dieciséis acabó en la cocina de una pizzería de franquicia. Allí incrementó su sensación de no ser nadie. La existencia era un gran peso colgado de su frágil cuello. Con veintitrés ya caminaba curvado como un abuelo con escoliosis.

Conoció a una mujer a los treinta. Ya había tenido breves y amargos noviazgos. Pero Sara fue su verdadero amor, y jamás pasaron de ser más que amigos. Esa amistad le devolvió la esperanza en la vida.

Pero fue por aquel entonces que comenzaron las pesadillas con Murasaki, el hombre púrpura.

Sirenas negras le silbaban al oído su nombre; Murasaki, Murasaki, Murasa...

Despertaba empapado en sudor tras la aparición de una violeta figura de ojos brillantes. Salvador pasó de ser un hombre deprimido, a ser un hombre aterrorizado.

Sara trató de ayudarle, pero fue en vano. Su amistad terminó por quebrarse, debido al distanciamiento que él creó entre ambos con su dejadez y apatía.

Salvador encontró su nueva vía de escape en las drogas. Empezó fumando hachís, y acabó enganchado a la ketamina. Sus oscuros sueños con Murasaki no cesaban, pero estos parecían diluirse entre las sustancias que  enturbiaban su mente.

* * *

- ¡Mira a ese señor, mamá!

Salvador, jorobado y canoso, lucía una capa de color malva, ondeada por el viento. Con sus brazos cómo asas de una tetera. El mentón apuntando al cielo, y una sola idea; salvar a alguien, a sí mismo.

Por azar, destino, o los pasos que le llevan a uno a un lugar en un momento concreto. Salvador agarró por la espalda a un hombre que cruzó la calle sin mirar, evitando que a éste lo arrollara un auto.

Aquel hombre, agradecido, abrazó a Salvador.

- ¡Me ha salvado usted la vida!

Jonás se fijó en las estrafalarias pintas de su héroe. No salió de su asombro, y marchó a su trabajo sin mirar atrás.

* * *

Salvador, frente al televisor, horrorizado, veía y escuchaba la triste noticia del autocar accidentado. Los veintiséis niños fallecidos por el error humano del conductor que los llevó al precipicio del fin de sus breves vidas. Apareció el retrato del conductor, y Salvador se derrumbó por completo. Tocó fondo en su mísera vida en el mismo momento en el que había sentido de nuevo que su nombre albergaba un significado, más allá de su superficial existencia.

Salvador pensó en Sara y la llamó para explicarle lo sucedido. Pero ella ya hacía tiempo que había cambiado de número.

* * *

A los setenta y tres años, postrado en la cama de un hospital, el cáncer de hígado consumía sus últimos alientos.

Cayó en sus manos un ensayo. Leyó sobre el río púrpura, y la intoxicación por un metal líquido que acabó con la vida de cuarenta y cinco personas en Japón, en 1912.

El vertido de mercurio en un río por un hombre que, anteriormente, fue salvado de las garras de la muerte por un tal Murasaki.

* * *

Antes de morir, Sara encontró a Salvador, y a los pies de su cama, sentada frente a él le sonrió.

- Siempre fuiste un buen amigo. Me escuchabas y me hacías sentir bien. Creo que me enamoré de ti, pero fue tan fugaz... Te fuiste sin más, por un ridículo sueño y un tormento irreal.

- Sara...





Fin

domingo, 30 de octubre de 2016

C.M.R

- Sería la primera vez que realizamos una intervención de estas características.

- Me parece perfecto, alguna vez debía ser la primera.

- Tememos por su integridad.

- No teman nada. Firmaré y pagaré por adelantado.

- En cualquier caso, nadie debe saber que "C.M.R" ha incumplido con su protocolo de seguridad ciudadana.

- Y así será, Dr. Huxley, así será.

* * *

Tras ver el anuncio de esta revolucionaria empresa pedí una cita para recibir más información. Llevaban operando cerca de dos años sin difundir marketing alguno, a expensas de los resultados, de testar sus logros o fracasos. Subvencionados por el estado, "C.M.R" abría sus puertas al libre mercado.

Se vanagloriaban de haber potenciado la felicidad a través de minuciosas cirugías mentales, elevando la intensidad de emociones positivas, aminorando las negativas.

Mi hijo pequeño me preguntó sobre el tema, tras leer un tríptico publicitario de la empresa.

¿Has visto la película "Del Revés" de Pixar? - Le pregunté retóricamente.- Pues esta empresa puede detectar a "Alegría" en tu mente y darle de comer, hacer que crezca y sea más fuerte. De igual modo, pueden hacer lo contrario con "Tristeza", "Ira" o "Asco".

En aquella película ya intentaron dejar claro el mensaje; todas las emociones son necesarias, la alegría sin la tristeza no puede equilibrar los sentimientos de una mente sana, la ira en su justa medida nos hace avanzar, y el miedo y el asco son alarmas vitales para nuestra supervivencia.

Mi hijo entendió a que se dedicaban en "C.M.R", no era un niño tonto, para nada. Pero yo no comprendí el poder y la razón del mensaje de aquella película. Siempre quise alcanzar la perfección espiritual, y creía fervientemente que la mente era esa parte etérea del cerebro, parte en sí misma del alma. Mi creencia más absoluta era que el odio era el obstáculo de hallar la paz total, la unión del ser con el cosmos, el llamado "nirvana".

* * *

- Quiero que erradiquen el odio de mi mente.

Firmé, pagué y así lo hicieron.

* * *

- ¿No vas a abrazar a tu hijo?

- ¿Por qué debería hacer tal cosa? Es innecesario.

Mi pequeño se puso a llorar, y yo no sentí nada, ni pena ni gloria. No me odié por ello, estaba tranquilo, demasiado quizás...

- ¿Ya no me quieres, papá?

- Eres mi hijo, yo siempre te... estaré a tu lado.



Fin

domingo, 16 de octubre de 2016

Luna: Origen

1648

Se acercó a mí un anciano de negra sonrisa.

- ¿Quién eres, muchacho? No te tengo visto por estos lares.

- Nadie, señor. No soy nadie.

La luz de la luna bañaba la tierra húmeda, permanecía quieta, reflejada en un gran charco. Mis botas de cuero chapotearon en el agua; difuminando la reluciente figura circular. Desdibujada clamó su presencia en mis pupilas, y en ellas apareció la cuerda con la que ella iba a ser ahorcada. 

Por aquel entonces se llamaba Margaret Jones. Condenada a la pena capital por ejercer prácticas médicas que aún desconocía la ciencia, por herejía, por lo que ellos llamaban; bruja.

No podía intervenir, no podía impedir su ahorcamiento, tan solo podía mirarla a los ojos, y que ella viera los míos, y entregarle la paz necesaria para morir sin temor. 

El crujir de su cuello eclosionó en mis tímpanos, como la rama seca del árbol de sus cien vidas.

Su energía debía seguir la corriente preestablecida, hasta ser de nuevo mi querida, Juno, y desvanecerse por siempre jamás. Su luz formaría a ser parte del cosmos, y yo iniciaría mi viaje a través del tiempo para regresar a su lado, tantas veces como fuera necesario.















martes, 11 de octubre de 2016

La Última Velada

Siempre pensé que la muerte era una exclusiva decisión de Dios, que él es quien nos dio la vida, y él quien debe decidir cómo y cuando acabará ésta.

Mi hermano Santiago llevaba desaparecido seis meses. La policía encontró su ropa y su cartera vacía en una callejuela de uno de los barrios más peligrosos de nuestra gran ciudad. Su camisa estaba manchada por su propia sangre, había un gran charco de ella bajo sus pertenencias, en abundancia. Nos alertaron de que posiblemente hubiera sido asesinado, y aunque las pruebas apuntaban a que realmente así había sido, yo no podía creer que mi hermano pequeño estuviera muerto, no sin que hallaran su cuerpo.

Pasaron un par de semanas desde que la policía cerrara el caso, y dejaran de buscar el rastro que los condujera al cadáver, no tenían suficientes pruebas; nos dijeron a mí y a mi familia, cuando conocí a un doctor que trabajaba con Santiago.

El buen doctor me ayudó mucho en mi duelo. Mantuvimos largas conversaciones sobre la desaparición de mi hermano, sobre la muerte, y la mejor manera de superar algo tan terrible.

Una noche el doctor me invitó a cenar a su casa.

El ambiente era demasiado romántico para mi gusto; velas, música clásica, un Pinot Noir, y dos solomillos con salsa de arándanos. Pero pronto me sentí cómodo, y de nuevo, iniciamos una de nuestras agradables charlas.

- Hay algo mucho peor que la muerte de un ser querido - le dije- .

- ¿El qué, amigo?

- No saber si éste ha muerto o no.

- Cierto.

- Nadie debe decidir cuando uno debe morir, ni siquiera uno mismo. El aborto, la eutanasia, el suicidio... eso es jugar a ser Dios, y sólo Dios, quién nos da la vida, debe decidir.

Eufórico di un último trago a mi copa de vino tinto, y mi cabeza dio un vuelco, caí irremediablemente sobre los restos del solomillo.

El doctor me quitó la venda de los ojos, literal y metafóricamente. Cuando vi a mi hermano, tumbado y amarrado con cadenas sobre aquella camilla metálica, con los ojos ensangrentados. Le faltaban ambas piernas y medio brazo. Tenía un enorme boquete en  la parte lumbar, alojado entre las costillas inferiores y la columna vertebral; más concretamente, encima de los riñones.

Estaba conectado a una máquina de respiración artificial, y a un par de sueros.

Me miró fijamente y balbuceó.

- Mátame hermano, mátame, por favor.

El doctor giró su rostro hacia mí, con una diabólica mueca sonriente.

- He ahí la respuesta a tus dudas. La muerte a veces es la única salida. El fin del sufrimiento.

Siempre pensé que la muerte era una exclusiva decisión de Dios... Ahora tan solo espero que Lecter decida pronto el momento de la mía.



Fin




                                           Apuntes:

La pinot noir es una variedad de uva de vino. El nombre puede hacer referencia también a los vinos realizados sobre todo a partir de esta uva. El nombre deriva de las palabras francesas pine y noir. Wikipedia


                                    


*Nota: Un paciente puede balbucear (hablar con dificultad), si la conexión al ventilador es a través de una cánula de traqueostomía y se le conecta a ésta un adaptador especial llamado "válvula para hablar".  Buen provecho.
                                                                                                   
                                                                                             Dr. Hannibal Lecter






domingo, 2 de octubre de 2016

Asesinas de Felpa: Triplet Fragance

- ¿Diga?

- ¿Ronnie Bell?

- Si, yo mismo.

- Le llamamos del canal cuatro, estamos interesados...

- Yo no, gracias.

- Espere, no cuelgue por favor...

* * *


En 1988 hubo una sucesión de extraños asesinatos, todos ellos atribuidos a un muñeco. Increíble.
Casi tres décadas más tarde, en  el 2016, fueron encontrados tres nuevos cuerpos, todo apuntó a una nueva serie de asesinatos perpetrados por muñecos, por muñecas esta vez. 

Mi nombre es Ayleen Bell, mi padre; Ronnie Bell, fue quien llevó el caso. Lo que os voy a explicar a continuación es lo que sucedió:

Por aquel entonces yo tenía siete años, se acercaba el día de mi cumpleaños, mi padre, sumergido como siempre en su trabajo, hacía caso omiso de mis interrupciones, por la constante concentración en la que se hallaba. No soportaba tener un caso abierto sin ser solucionado, sin embargo, era adicto a ellos.

El primer cadáver que se encontró, asfixiado sobre la cama, y con una envolvente fragancia, fue el de Catherine Shue, de sesenta y tres años de edad. La habitación en la que se hallaba el cuerpo olía a lavanda, el mismo aroma que desprendía la boca abierta de la víctima. 

El mismo día encontraron el segundo cadáver, una niña de doce años, asfixiada sobre su lecho, con la boca y los ojos abiertos de par en par, el olor, esta vez, era una dulce fragancia a vainilla.

Al día siguiente, de madrugada, un tal Will Martinez llamó a la policía, había hallado el cuerpo de su mujer sin vida, a su lado, en la cama, y adivinen, boca y ojos abiertos, y una penetrante fragancia a sándalo.

Will Martinez fue detenido inmediatamente, también Jeff Taylor, hijo de Catherine Shue, la primera víctima encontrada, y Joshua Evans, el padre de la pequeña, Rossie, hallada en segundo lugar.

Fueron detenidos e interrogados por mi padre, los tres se encontraban en casa de las víctimas, no había nadie más a parte de ellos. ¿Quien podría haber cometido aquellos asesinatos, si no ellos?

Lavanda, vainilla y sándalo.

* * *

- Papá, quiero a las "Triplet Fragance" para mi cumpleaños.

- Ahora no, cariño, papá está trabajando en un nuevo caso, mañana me cuentas que es eso.


* * *

Mi padre encontró una conexión entre los tres detenidos, y no era una conexión cualquiera. Uno de ellos, Joshua Evans, fue detenido dos años atrás por un presunto secuestro y asesinato, pero fue absuelto por falta de pruebas. 

Mi padre halló tales pruebas, unas cintas de vídeo, en ellas, Evans, junto a Martinez y Taylor, torturaban, violaban y asesinaban a tres mujeres en una juguetería. 

Las tres mujeres resultaron ser; Samantha, Ruth y Adele Lee Ray, trillizas, hijas de nada más ni nada menos que de Charles Lee Ray, el estrangulador de "Lake Shore".

* * *

Mi padre y yo mirábamos la televisión, algo inusual, estaba muy cansado y por fin necesitó despejarse un poco, dejar a un lado, por un instante, el nuevo caso que le quebraba la cabeza.

- Esas son las "Triplet Fragance", las quiero para mi cumpleaños, papá.

En el anuncio mi padre contempló a las tres muñecas más lindas de todos los tiempos, las trillizas de pequeños cuerpos de felpa y aroma a lavanda, vainilla y sándalo.

Mi padre llamó al forense.

- Jim. ¿Qué encontraste en el estómago de los cuerpos al realizar la autopsia?

- No he abierto sus estómagos.

- Hazlo inmediatamente e infórmame.

A la mañana siguiente, Jim Knock, el forense, llamó a mi padre.

- Increíble, Ronnie. En los tres cuerpos hay tejidos de felpa, de ahí provienen las tres fragancias. 


* * *

Mi padre murió el año pasado de un tumor cerebral, ahora está junto a mi madre, Felicia.

En los archivos de su ordenador encontré de todo sobre sus casos, este fue el más extraño, sin duda.
Hoy os cuento lo que ocurrió, pero sé que nadie lo creerá.

* * *

- No cuelgue, por favor. Señor Bell, el mundo debe saber...

- Si, quizás si. Pero no seré yo quien lo cuente.




Fin

En "La Celda Acolchada":

* Asesinas de Felpa: Matilda  Por: Santiago Estenas

* Asesinas de Felpa: Valentina Por: Mendiel

* Asesinas de Felpa: Felisa Por: Soledad Gutiérrez

* Asesinas de Felpa: Gina Por: José Carlos García

* Asesinas de Felpa: Queca Por: Ricardo Zamorano 







Unicornio Rosa: Capítulo 2 "La pastilla y el arcoíris"

Unicornio Rosa ¿Quieres huir?, ¿encontrar tu lugar en el mundo? ¿Qué esperas encontrar allí dónde vayas?,  ¿quién eres? El viaje empieza en ...